El hombre no era joven, pero a mi edad (quizá también la suya) se hace difícil traducir a números la imagen oscilante de caracteres físicos de una persona que ronda la salida de los treinta. Hay un día, no marcado en el almanaque, cuando uno deja atrás la confiada aritmética de los años y con azoramiento e indefinible melancolía empieza a preguntarse si ese otro fantasma nacido entre la juventud y la vejez es mayor o menor. Que uno, por supuesto.
Vlady Kociancich, ‘Un hombre de familia’, in Todos los caminos, Buenos Aires, 1991