Me oprimen vagas asfixias de deseos, como nieblas enemigas que rivalizan, mortíferas; en medio de mi agitación mi espíritu revolotea por los espacios buscando ayuda para hacerme huir, no sé hacia donde. Desgranarse de olas oigo entre el pedal del mar y siento brisas refrescantes; pero se desvanecen las flotas nocturnas de barcas peregrinas al llamarlas; cabalgatas de adustos gigantes pasan silenciosas por los lejanos desiertos del aire ocultando la color-ceñida luna, pero su alma inferior no me comprende; fantasmas, cosas veladas llenan la atmósfera y ágiles movimientos oídos me atraen fatalmente, mientras como serpientes las nieblas se disipan. Visiones claras en la noche, rítmicos suspiros musicales de la selva florida, variados arrullos de aguas que van danzando y el aliento-perfume de la primavera adolescente que juega y me rodea como llamas deliciosas, en fiebre delirante me anonadan, oh!, y en un grupo movido de doncellas delicadas y magníficas sirenas!
Pero sus danzas y cercanas palabras no entiendo, con la más bella junto a mí, y el cansador deleite me adormece dolorosamente, ocultando las nieblas tristes el cuadro, digno de eternizarse en su juvenil vida.
—Oh! qué manos, qué llamadas, me llevarán al aire puro, al sol radioso y al satisfecho mediodía? En esta lucha angustiosa me haré veterano; con mis manos, mis ojos y oídos divinos, con mi ardiente é hirviente cerebro encontraré el camino, si no lo hay, si no hay país sin angustia para mí, todo yo, dentro de mis pensamientos, para mis hermanos, me haré un mundo!
Xul Solar, ‘Noche’, Buenos Aires, 1910