En su significación sistemática e histórica, la acusación hegeliana vale como denuncia de toda actitud que proponga modificaciones ético-políticas, pues cualquier modelo o proyecto práctico presupone siempre, obviamente, que tal realidad (para modificar la cual impulsa a la acción) no se adecue a él. Precisamente por ello es un modelo de conducta transformadora y, a su manera, inevitablemente “abstracto”. La actitud contraria, el alabado “realismo” hegeliano, más allá del acierto en algunos aspectos de su crítica al moralismo, es también (cabe preguntarnos, ¿fundamentalmente?) quietismo, aceptación del estado de cosas. Solamente con la sacralización de lo vigente, de la que la dialéctica no parece ciertamente librarse, se evita la “contradicción del deber ser”. Cualquier propuesta regeneradora presupone, también es obvio, la existencia de aquello que niega, para tener ella misma sentido como ideal alternativo. Guiándonos por la letra hegeliana, diríamos que la medicina es tan “contradictoria” como la moral kantiana. En resumidas cuentas, encontramos altamente discutible este aspecto de las objeciones hegelianas a la presunta incoherencia de la teoría práctica de Kant. Consecuentemente, no podemos dejar de llamar la atención sobre el tipo de “superación” que el discurso especulativo garantiza y sobre el nexo que la “universalidad concreta” auspiciada por Hegel mantiene con la realidad efectiva. […] Común a las principales figuras del posthegelianismo será la acusación dirigida contra Hegel de haber manipulado los contenidos empíricos más dispares sin ningún tipo de justificación racional. Dicho de otro modo, se generalizará el rechazo a que pueda valer como explicación (teórica) y justificación (política) de los elementos que forman el contenido del sistema su mera presentación—por dialéctica que fuera—como “momentos” del autodespliegue de la sustancia-sujeto, una figura especulativa nacida de una hipostatización de dudosa validez gnoseológica. El rechazo entonces a la conclusión de la metafísica hegeliana, congruente con sus principios y particularmente llamativa en la filosofía del derecho.
Jorge Dotti, Dialéctica y derecho: el proyecto ético-político hegeliano, Buenos Aires, 1983, pp. 49-51