Una chica excepcional. Me atreví a preguntar:
—¿Y por qué usted la encontraba tan excepcional?
—Mire—me dijo—: a mí me gustaba mucho, en ese momento la prefería a cualquier otra cosa, lo que ya es encontrarla excepcional, aunque sea de acuerdo al criterio, menos arbitrario que misterioso, de nuestras preferencias.
Adolfo Bioy Casares, Descanso de caminantes: diarios íntimos, Buenos Aires, 2001, p. 25