Una noche del año 25 sale Borges, con un grupo de amigos, de cierta fiesta a la que fueron invitados por una joven escritora. Mientras celebran la amenidad de la reunión y la belleza de la dueña de casa, ganan lentamente la soledad y la sombra. Uno de los incipientes poetas que acompañan a Borges, mientras orina junto a un árbol, dice que le gustaría describir de modo preciso y realista todos los vaivenes de la reunión, y también la esplendorosa persona de la dama que los había congregado. Borges acepta y completa esa aspiración literaria:
Para no omitir ningún aspecto de la realidad, debemos hacer mención de este momento… Conviene tener en cuenta todo lo que hacemos ahora… También esta prosaica ceremonia depurativa es parte del mundo… También estos orines están en el universo.
Carlos Mastronardi, Borges, Buenos Aires, 2007, p. 106