Preguntadle a un inglés: ¿cuál es la raza humana más perfecta? La sajona, responderá imperturbablemente. Haced la misma pregunta a un francés o a un italiano, y os contestará: la latina. Si interrogáis a un chino, sus compatriotas constituyen la raza más perfecta y el pueblo más avanzado de la tierra; a los europeos llámanlos con desprecio los bárbaros de Occidente. Así, si nosotros preguntáramos: ¿cuál de los diferentes grupos de mamíferos puede considerarse el más perfecto y cuál de ellos tiene derecho a figurar a la cabeza del reino animal? El hombre, nos contestarían unánimes. Nuestro voto formaría una nota discordante en medio del concordante coro.
Quizá si pudiéramos hacer la misma pregunta a un elefante, a un león o a un caballo y ellos pudieran contestarnos, tendríamos una segunda edición de las contestaciones del inglés, el francés, el chino y el italiano; pero como esto no es posible, vamos a reemplazarlos, figurándonos por momentos que somos un proboscídeo que va a examinar el raro bípedo o un león que contempla una media docena de víctimas distintas para hacerse una idea de la presa de más alto precio.
Florentino Ameghino, Filogenia, Buenos Aires, 1884, pp. 115-116