No puedo concebir ningún acuerdo o consentimiento a la pena. El funcionamiento selectivo y azaroso del sistema penal hace que el 95% de la población penal lo perciba como una ruleta y reflexione en la cárcel sobre la próxima oportunidad, que será la “buena”. Ignora que esa ruleta está cargada y que para él no habrá “buena”, porque no está entrenado para hacerlo “bien”. El poder selectivo punitivo le despierta y fomenta la vocación de jugador y el ladrón que puebla las “jaulas” es el eterno perdedor al que, al igual que los “fulleros”, alguna vez lo entusiasma con un “chance”.
Eugenio Zaffaroni, ‘¿Vale la pena?’, in No hay derecho, vol. 2, no. 5 (1992), pp. 5-8