[Lo dicho no] es una aceptación de la ironía moral de sesgo rortiano-posmodernista. Después del holocausto, de la ignominia del terrorismo de Estado impuesto en Argentina por Videla y sus secuaces, de las tragedias colectivas provocadas por el regionalismo nacionalista en la Europa finisecular y ante la injusticia institucionalizada que padece buena parte de la población de nuestra América, la ironía moral es sólo obsceno cinismo.
Ernesto Garzón Valdés, Instituciones suicidas: estudios de ética y política, México, 2000, p. 208