Vamos a tomar el té a casa. Un chico, que juega al fútbol en la calle, al ver que su pelota corre debajo de mi automóvil, grita: «Adiós, pelota». Borges comenta «Adiós, pelota: toda la ternura y la poesía que hay en esa frase».
Adolfo Bioy Casares, Borges, Barcelona, 2006, p. 386