Las mujeres no dan pena cuando lloran sino cuando empiezan a humedecérseles los ojos.
Enrique Cadícamo, El desconocido Juan Carlos Cobian, Buenos Aires, 1972, p. 114
Las mujeres no dan pena cuando lloran sino cuando empiezan a humedecérseles los ojos.
Enrique Cadícamo, El desconocido Juan Carlos Cobian, Buenos Aires, 1972, p. 114