[E]n numerosos países aflora la tendencia a verlo todo, o casi, desde el punto de vista del entretenimiento. Lo que pueda entretener es bienvenido o bienquisto; lo que no, poco atractivo, mal visto y hasta sospechoso. Y esto ocurre no sólo en el mundo de “los espectáculos”—que, al fin y al cabo, suelen organizarse para mayor y mejor entretenimiento del público—, sino asimismo en casi todas las actividades, incluyendo las antaño juzgadas más graves, como la educación, la religión y la política.
José Ferrater Mora, ‘Un mundo feliz’, in Mariposas y supercuerdas: Diccionario para nuestro tiempo, Barcelona, 1993, p. 260